sábado, 22 de diciembre de 2012

El Finn del mundo.

 El saxofón proyecta un cardenal de agujas níveas y coloradas que se incrustan en la estructura molecular de las lágrimas de un arcángel con diabetes. Me lo contó un maya y no veas la que lió. Cabe pensar que lo verdaderamente relevante de las profecías no está en su origen ni en su acierto, sino en esa especie de malabarismo temporal que hace que el presente se subordine desde si mismo a un pasado que está presente, consiguiendo que el futuro se difumine como la imagen desenfocada de un proyector. Ciento cuatro mil setecientos ochenta y siete agentes con gafitas rectangulares de la CIA, en cooperación con la MOSAD, Nike, MacDonalds (con permiso extraoficial de la SGAE adjunto) andan rebuscando entre los vestigios de la humanidad para encontrar alguna frase en arameo troglodita anglosajón que diga algo así como:

"Se acaba el mundo y te prometo que esta vez no he sido yo. No es culpa de nadie, todo esto es parte de un plan maestro que no nos incumbe, y si no se acaba el mundo significa que tan mal no lo estamos haciendo. Fuma. Poned en marcha las chimeneas que los mayas no mencionan nada al respecto, y mira a ver si subes el IVA mientras tanto. ¡Gol! Pánico nuclear. Tensión entre Israel e Irán. Japofobia china. Aracnofobia infantil. Teta. Crisis en España. Europa es un jarrón bailando sobre un palillo. Adopta un jarrón. Conflicto en medio de oriente y ya te dirá el canal de televisión dónde está el centro de ese medio. En oriente casi seguro. ¿He dicho teta ya? Se acaba el mundo."

Alienación: que todo esté en otro sitio. Que los mayas hace X años, de cuyo cuántos no quiero acordarme, dijesen el mundo se acaba le da un toque determinista a lo que sea que esté pasando. Ponle una pizca de "eso de que el mundo se va a acabar es algo que se sabe desde siempre" a la gran Mierda y conseguirás que lo que está acabando ahora con el mundo huela menos, que pase desapercibido como el sabor del vodka cuando se mezcla con lima. Tu vida está predeterminada porque está alienada, porque lo que podrías hacer para cambiarla está en otro sitio pero jamás donde estás tú. Ante eso siempre cabe decir con la simpleza con la que responderían los simios si pudiesen hablar: y una polla. ¿Crisis? Y una polla. ¿Ciclos económicos incomprensibles? Y una polla ¿Trabajar más por menos? Dos pollas. ¿No te contrato porque cabe el riesgo de que te quedes embarazada? Y un coño.¿Te juro que no volveré a levantarte la mano? Dos coños ¿Sanidad y educación privadas?¿Desahucios?¿Rescates? Y una polla, y un coño: guillotina. Cuando el poder de la palabra no alcanza las condiciones materiales no cabe diálogo posible. Cómo dijo recientemente un gran ciudadano en la universidad de Oviedo: yo no negocio con terroristas. No les facilites que puedan decir más tarde: tuvisteis vuestra oportunidad porque hubo diálogo. No hay diálogo posible con quien dialoga con el único objetivo de vender en los medios que se dialogó, que en aquesta y aquella decisión la víctima estuvo presente. Que la víctima firmó.

Ayer fue 21 y el fin del mundo sigue siendo pragmática y eficientemente administrado. Pero suena un clarinete al fondo del bar y al fondo del bar hay un piano. Jaming  con un checo que toca estupendamente y una guitarra que le pone acordes al asunto. Entonces me doy cuenta de que estoy tocando este instrumento de palabras, y que es utopía aburguesada el pensar que "la" verdad de este instrumento llegará a los oídos de la máquina liberal más sorda y deshumanizada. O más humana quizás. Hace mucho tiempo que dejé de admirar esa especie de racionalidad que nos distingue de los animales; racionalidad entendida como razón suficiente y de posibilidad para el dominio de la naturaleza y del otro desde la ilustración. Pero joder que bien suena el clarinete con el piano. Escribo para que muera la fe en la palabra, para que creer en sus palabras sea mera cuestión de fe, para que se lea entre líneas que hay que meter la máquina de escribir entre las poleas para romper la máquina, que no basta con la palabra. Improvisando con desconocidos en un bar de Praga pienso: sigue tocando sin perder el ritmo, cuerdas y martillos dentro y fuera del piano, mantén la calma.

22 de diciembre del 2012 y el mundo no ha terminado. Mañana vuelvo a, sin ser quien vino desde, a esa esa España en la que nunca he estado.

Finn (el humano).




domingo, 9 de diciembre de 2012

Mi

La única salud y poder posibles residen en la lucha contra el sufrimiento que nos define, dijo quizás Nietzsche. No puede haber orgullo donde no hay sufrimiento. No puede haber sufrimiento donde no hay vida, ni puede haber vida que no se esté consumiendo. Charles Bukowski escribió: "Si ocurre algo malo, bebes para olvidar, si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo, y si no pasa nada, bebes para que pase algo". Salud. ¿Salud? Tosiendo como un perro que tose como yo, tengo mil cosas que celebrar y olvidar mientras no pasa nada, pero no tengo nada que beber. Mañana tengo un examen que olvidar, por ejemplo.

Alguien me contó una historia una vez sobre una niña que tenía un juguete con el que jugaba cuando se lo pedían y cuando pensaba que lo había perdido, entonces lo buscaba nerviosa y jugaba complacida al encontrarlo. La historia concluye, creo recordar, cuando el triste muñeco se escapa dejando una nota que decía lo siguiente: "Cuando te mires al espejo y dejes de ver a una niña me podrás encontrar". Aunque el muñeco al escribir sabía que cuando llegase ese momento a ella ya no le gustarían los muñecos, por lo que no la volvería a ver jamás. Aunque parezca un final triste en realidad es espléndido. ¿No os parece espléndido que un juguete se de cuenta de que puede no jugar? Si asumes eso tienes que repensar la historia entera. Empezaba así: "Alguien me contó una historia", creo recordar que fue la niña, pero hace mucho tiempo que no la veo.

Un te quiero y un adiós que son una y la misma cosa. Fantasie impromptu de Chopin y cerrar el piano al que le falla el Mi más importante de todos aunque intentes que no se trague el resto de las notas: buena interpretación Alberto, pero sin ese Mi la voz final de la fantasía llega tristemente decapitada y convertida en una armónica vibración de cuerdas golpeadas por martillos. El piano sobre el que estoy sentado lo está tocando otro mientras escucho que tú escuchas el piano que estoy tocando: te falla el mismo Mi que al piano. Se cierra el piano y el sonido se disipa entre nosotros en ese abismo vacío e hipnótico entre el extremo imperceptible de la llama y el viento. Recuerdo lo que me respondió el muñeco cuando le pregunté más tarde que había sido de aquella niña:
- Alguien me contó que encontró el Mi más importante de un piano, después nadie más supo de ella.
-¿Alguien te contó?¡¿Quién te contó?!- pregunté yo que lo andaba buscando- pero no obtuve respuesta.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Salchichas y letras.

Es espantoso observar desde lejos como el sistema educativo español, ya imperfecto y menguado, se está convirtiendo en la más cínica maquinaria salchichera. LOMCE se llama la última gran puñalada a esa conciencia acallada pero orgullosa de las letras españolas. Desde Cervantes hasta Lorca pasando por Espronceda y las riñas entre Quevedo y Góngora, desde Valle Inclán hasta Delibes bajo las cantares gallegos de Rosalía de Castro retozando en el intramundo de Unamuno para acabar más tranquilo con Séneca. Sobre las penas de Miguel Hernández hoy, hasta sus cebollas están llorando de luto, y me atrevo a decir que todos ellos junto a todos y todas las que me dejo se cagarían en la cara de Ignacio Wert en prosa: Unamuno tardaría tiempo en enterarse como le pasó con Franco, pero luego se marcaría un buen discurso; Machado enviaría a Juan de Mairena por lo que le toca a la filosofía, y Ortega... Ortega no se porque es muy estupendo, quizás le mandaría una notita que dijese "eh tú hombre boya, ¿qué vivencias te crees que haces?". W€RT, apellido sencillo y económico ("fácil de pronunciar y te ahorras abrir la boca para una segunda vocal", decía de pequeño muy orgulloso) aquel que no contento con arruinar la universidad en la que estudió, en la que ahora estudiamos otros y otras tantas, le ha dado por joder a la gente que no ha tenido todavía el placer místico de pasear con un libro los otoños de ciudad universitaria.

Utilidad, competitividad, rentabilidad, mercado, tuerca, salchicha. Esas son las palabras que se leen en la LOMCE, aunque la última es sin duda la más explicita. Cómo estudiante de filosofía sientes que te meten la cabeza en el culo. Con la ética expulsada de secundaria y la historia de la filosofía opcional. Cómo libre pensador te das cuenta de que no hay cabeza sobre el cuerpo que te mete la tuya en el culo. Qué casualidad que vayan desapareciendo todas las disciplinas que te pueden llevar a plantearte porqué ciertas disciplinas van desapareciendo. Matan dos pájaros de un tiro; ¿porqué iban a financiar algo que cuestiona el sistema financiero?... "pero antes de empezar con el tema dos sacad vuestras Cocacolas"...pero ¡Almudena!, ¿dónde están tus deberes? - Lo siento profe, ayer no tenía dinero para hacerlos. -Pues ahora mismo te pongo una multa en la agenda". Mierda.

Andaba yo mirando en la página web del estado español para ver cómo me podía dar de baja. Como no encontraba la opción llame al teléfono adjunto y me pusieron las obras completas del Fary mientras me pedían amablemente que permaneciese a la espera. Cómo no pude darme de baja me di cuenta de que iba a tener que seguir siendo español, pero: ¿cual de todas las españas queda todavía para que podamos ser?¿ La España monárquica sin transición ni juicio al franquismo de cunetas vertebradas, o la España gobernada por un hombre que no responde preguntas por no entender su propia letra?¿Quizás la España joven siempre bien dispuesta al anestésico, o popular verbenera que sigue votando en función de lo que le goteó desde la guerra? Sin duda la España que recibe palos en la calle frente al ejército de salvación dictatorial es tentadora, o quizás pueda leer henchido el cantar del Mío Cid hasta que me den de baja sin haber visto siquiera que estoy envuelto en una funda en la sección de salchichas del supermercado. Solo queda una España en la que cabe pensar en ser y no es otra que la que lucha.

Pero como siempre todavía nos queda una razón para creer: su único error y mayor error. El método de autoperpetuación de liberalismo siempre ha sido la paedofagia (preciosa palabra), es decir, comerse las crías de las otras especies. Institucionalizar el odio a la institución,  vender palestinas y camisetas del Che hasta que las abuelas se las regalen a sus nietos preocupadas por la talla, sistematizar lo antisistema y venderlo, medirlo, esculpirlo y exponerlo. Aplaudir al terrorismo con lágrimas desde la doctrina del shock. La superación del uso ideológico del lenguaje no consiste en usarlo como un arma, sino prostituirlo para que nuestras bocas lascivas lo consuman hasta que se nos caigan los dientes por las venéreas. Ya no hace falta cortar las malas hiervas, basta con dejarlas crecer en esta maceta de mierda y tierra muerta a la que llamamos democracia.

 El abandono de estas prácticas paedofágicas es el mayor error que está cometiendo el poder a través del partido popular en la realización de su proyecto de sociedad. Trajeron policía de toda España reconociendo que tenían miedo al pueblo. Sacaron la filosofía de la educación obligatoria anunciando el poder del libre pensamiento; dijeron que la filosofía no servía porque jamás sería la sierva. Detuvieron a personas por decir la verdad aceptando vestirse con la mentira. Cargaron con violencia para disolvernos y nos enseñaron que la violencia nos servirá como les sirve a ellos. Persiguieron a toda persona que quiso organizar protestas, entonces el pueblo se dio cuenta de que organizado no tendría ni que protestar.  Prohibieron la palabra libertad y le dieron un sentido, golpearon a quien la gritó y horrorizados observaron como la palabra se convertía en símbolo. Minerva acudió armada a la llamada agonizante de Sofía.

 Cuanto más prohíban, peguen, roben y maten más seco estará el suelo sobre el que emerja esa chispa que extienda el incendio, y pasará, pero lo más difícil, mucho más que quemar a un gobierno, es que lo que quede en pie cuando este caiga pueda coger las riendas sin que se le resbalen por la sangre, sin ahogarse entre cenizas.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Azar y geografía

Desperté hace unos días, como casi todos, y tardé unos diez minutos dando vueltas por el cuarto en darme cuenta de que Pepe se había ido; que se había ido lo noté primero buscando los horarios del tranvía y después en su cama desnuda de sábanas. Recién levantado las sorpresas llegan en dos partes: primero hay que percibir la información sensorial, unos seis segundos y siete diecisesiavos después, aproximadamente, te das cuenta de que lo deducible en la información sensorial percibida no cuadra con la almacenada -¡por los huevos de Epicuro, Pepe se ha ido! Entonces cojo el móvil, despacio, abro mucho los ojos para poder distinguir los contactos del móvil de las herramientas, le llamo, me lo coge y lo confirmo. Está en la cuarta planta con una individual, yo tengo una doble individual y no tengo que mudarme. Pepe se ha mudado y no me he despertado (*.*)  Tras pasar dos segundos con la incertidumbre que pasó Simba cuando Scar nos jodió a todos la infancia pienso: Bien. Y me tiro en la cama de nuevo. Se que "bien" se queda tan escueto como un Miliki preguntando sin ganas: ¿cómo están?, pero acababa de levantarme. Así va esto.

- Podremos fumar viendo pelis en tu cuarto - dice Elisa, ¿o lo dije yo? Respondo asintiendo solemnemente con la cara de Samuel L Jackson en Pulp Fiction- ¿o fue ella?.
- ¿Y no te da pena? Oooooooois con lo monos que eráis los dos juntitos en el cuarto (cara de pena): ¡esto es el fin de una era!(cara de filósofa existencialista) Le vas a echar de menos: ¿verdad Alberto, VERDAD? (cara de más te vale) Aaaai qué pena me da (vuelta a la cara de pena)- exclama Cristina con ese acento gallego que viola mi virilidad cada vez que me llama "blandito", siempre tan dramática como cariñosa cierra valoraciones con una sonrisa para que no me sienta mal, aunque le de pena.
- Puta viiiida Alberto -se queja Marta también en gallego. Y concluye con un discurso que entrelaza sexualidad (que de repente tiene que ver conmigo) y destino con el talento de Saramago, donde aporta brillantes argumentos que prueban con más rigor que cualquier ciencia que la vida es puta.
- Hijo de puuuuta - dice Marco reflejando en su pura envidia el horror que siente cada vez que el checo que habita en el lado más sucio y oscuro de su cuarto le mira con ojos profundos y muertos.
- ¡Te lo gozas!¡Claro que sí! - asegura Rubén con la voz de la experiencia.

Días después estamos Marco, Elisa y yo tirados en mi cuarto compartiendo una de esas conversaciones profundas excavadas a base de ron y hierva entre mis sábanas más arrugadas desde que se fue Pepe. Poesía, música, sinceridad, geografía y azar. Cojo un folio y utilizando mi mano escriben el ron y la hierva un poema que le regalo a Elisa sobre el azar y la geografía: lo que nos contó ella sobre el erasmus y la contingencia. Van a ser las tres de la mañana y todavía no hemos salido a esa balkan party que termina a las cinco. Cinco lobitos tiene la loba detrás de la escoba, pero aun así perdemos el tranvía para comprobar como el frío dilata el tiempo. Tiempo de esnifar movimiento. Movimiento que nos arrastra hasta aquella fiesta. Fiesta que acaba cuando me encuentro. Encuentro a un amigo que vive cerca: me invita a mi y a unas francesas a su piso. Piso una mierda por el camino. Camino despacio pensando que no estoy lo suficientemente borracho como para no tener sueño. Sueño en el sofá en el que desperté hace unos días. Estar de erasmus: ahogarte aposta en el único oasis del desierto.






jueves, 29 de noviembre de 2012

Mystic river

There is a mystic river called happiness
under a high high high bridge,
built by human geometry,
where our reason can live.

Peeking the river from far far away,
just admiring its measure, direction and flow,
deep currents fell off from my eyes
to the abyss where my dreams grow.

The river is full of whirlpools, covered 
by fog 
and colored by a foreign blue sun.
Don´t try to guess if it´s possible
my love,
 cause we must be crazy to jump.












martes, 27 de noviembre de 2012

Fin del akrónimo

Mi memoria está hecha de una arcilla fría que calienta el sueño con manos de escritura. La arcilla fría está hecha de esa tinta de palabra y tiempo que me creí. ¿Quién creyó? Esos textos pasados de tinta de arcilla titulados yo que me ayudaron a escribir, y escribí leyendo un mundo envuelto por la palabra memoria de esa arcilla que terminó por enfriarse en mí. Otra definición de vida.

Escribir; masturbarse con amor sin ser correspondido; llorar a solas aunque te vean, no llorar jamás desde siempre; veneración al margen de la página con esa música que se oye a veces aunque nadie la crea y en la que casi nadie cree. Creación. Crea-tura -susurra Horacio mientras se esnifa la tiza de la Rayuela-, criatura de curación, pues si la palabra no curase no habría curas (ni los ni las)... y si fuese posible que estas palabras extrañas te curasen a ti.

Si fuese posible merecería la pena el no ser correspondido, merecería la pena el escribir desde ese Otro que nos escribe a nosotros mientras permanece escondido. Merecería la deuda que paga la tinta por huir de los ríos de arcilla caliente. Merecería esa pena absoluta que siento cuando te escribo y te escribo y te describo a ti, pero después te leo y te veo escrita y escrita y descrita cuando caigo en la cuenta de que estás escrita con mi letra, entonces dejo de escribir.

Escribir: masturbarse con amor sin ser correspondido. Escribí: sentado en el suelo sobre la maleta esperando al autobús que me trajo aquí para que me lleve allá de nuevo, a veces siento que se pasa la vida esperando, esperando otro comienzo, entonces me fumo otro cigarro que jamás me he fumado y me siento un poquito más vivo por saberme un poquito más muerto. No se si me explico, o eso espero.

Una viejita con boina y gabardina sobre unos zapatos grises bajo una mirada fría, y cariñosa, que me ha visto escribir sobre la maleta me toca el hombro para decirme sin duda alguna en un idioma que no entiendo que el autobús que llega es el que me lleva al aeropuerto. -¡Dëkuji señora!- De no ser por sus modernísimas gafas de sol hubiese jurado que aquella mujer se había escapado del museo de comunismo. Qué amable.

Y volví a mi casa en España nada más que dos días, dejando detrás lo que es ya un hogar. El viaje de vuelta al aeropuerto, aunque no sea el último, me está diciendo que esto se acaba rápido y se queda reducido a ese intento mañanero y ojerosamente impar de recordar un sueño. Aunque sea un sueño, han pasado dos meses y mil cosas, he cruzado mil calles y las mil piedras de un río, y te contaría mucho más cosas que no quiero contar porque ese es un secreto mío y tuyo. Aunque no todos los días han sido tan fáciles; en los momentos bajos no es raro sentirse solo, las dudas se enquistan y se airean en la distancia con aquellos que siempre están cerca... entonces me sonríe una niña en el metro y las dudas se disipan cuando me doy cuenta de que me ha chivado qué es el arte. Y así cargaron mil tranvías con mis libros de humo y otras historias; y yo ridículo para que no se disipasen les ponía un marcapáginas con cada cigarro perfecto, el tranvía que me lleva a casa me muestra con absoluta claridad el rostro de Praga, esa plaza donde suena siempre un piano y bailan las ratas. Estoy apunto de llegar al aeropuerto, entonces un cementerio a lo lejos me recuerda que estoy vivo en esta demencia compartida que nadie fue capaz de narrar, por eso escribo. 

No se que día es hoy pero es alguno del once del doce, ha salido el Sol sobre Praga y apenas lo siento a través del cristal, pero siento el cristal, pero el cristal y el Sol apenas se sienten, quién sabe... pero se que está ahí como esas páginas de humo sobre las que me han contado tantas historias de vida tinta que guardo en papel cenicero. Ya no me preocupa la pena que paga la tinta por escribir porque merece la pena pensar que quizás llegue a curarte a ti. Curar. Contar. Contar curas (las no los). Curar cuentos. Una vez me contó un vagabundo que conoce Praga de extremo a extremo que esta tinta de arcilla fría se perderá en los márgenes que deja el tiempo entre los segundos, que aunque te escriba y te escriba y te describa será siempre mi letra triste en los márgenes de tu mundo. "Yo" dicho por ti sin que te oiga: fin del akrónimo: marcapáginas de humo.






miércoles, 14 de noviembre de 2012

Eleven fourteenth of the twelve./ Catorce del once del doce



We have been educated really well since we moved on all fours: “cold is the absence of heat” “a wise person is that who knows he knows nothing” and “if you get up early God (with big G) will help you” *. Shit and more shit. If the cold is the absence of heat, what I am doing with a scarf and a cap? Heat is the absence of cold and getting up early is obeying the Boss, with big B. And how do you know it? Because I only know that I know nothing -Asked an anonymous character with a sudoku-with-a-ten face, who suffers terrible cognitive erections every time he doubts more than the rest- Because that is a contradiction, and if we do not reject the contradiction it does not make sense even saying, or I’ve been said so. As I was saying, and let the doubt to others: 11/14

Saying that a general strike is counterproductive is like saying: take off the coat, cold is just absence. Saying that being against-the-system or anti-fascist is a being with no content or “pure negation” is saying that it is not cold in Prague, just absence of heat, or that because of that nothingness one day I got my face smashed in. Saying that knowing is knowing nothing is like saying that there is no mistake under critique in this dance of ignorance. Shit! …and as I was saying: 11/14
In the same way pickets are accused of repressing the individual freedom of working, which unlike the rest of the human rights, when one supports the system, the freedom and the right to work emerge humanly like a miasma. Great, come around the employment office talking about your right to work while reading in the constitution your right to a home from which you can exercise your right to demonstrate, and don’t forget the motto: With Rajoy it is possible, and no one suspected how true it was, although many of us did know in which sense it was possible. It is possible to dismantle in one day with a pen what was conquered in forty-four days of general strike and a Escape Law**, clearly reminded by the blind eyes of Max Estrella and his bohemians lights***. A shot sounds, and they will tell us that blindness is the absence of vision, and autumn absence of spring. Anyway, every season a new skirt and a new car and one thousand new light bulb and a toast for the obsolescence: Fourteenth of November.

People will go on jumping through the window before that window is evicted, and they will go on bailing out with your money the private debt of the banks that cannot sell the window they pushed you through. The gravity is public/well known, but don’t trust this fact; it drives them fucking crazy that suicide is an excuse for not paying for the mortgage, and don’t forget to vote, or it will be your fault. Give a millionaire bonus to the vice president of a bank so that he can retire on an expensive bed that helps him to retire his conscience: System works, don’t you realise? You only have right to work in front of the pickets during the strike. And they talk of individual freedom and the individual right to work, but they forget that political freedom is based on the individual enjoyment of the collective right: Would a person who lived alone in the world have rights? It seems evident he would not.

Human being has dreamt too much for not being violent. Freedom in its wider meaning is not a state, but a symptom. Freedom is a wound produced on the skin under the chain and the projection of dreams. Being free is being sensitive to the chain; it is the most powerful reaction, it is pure allergy to slavery in any of its ways, the only invulnerable engine: It is the body of the absence that does not require content, so it cannot be emptied; it is the hatred to the cold what drives the infinite search of heat. While the mass media perfect every day their anesthetic methods I only fear the moment in which the skin of the human society cannot feel its shackles, I am afraid of thinking that the skin could learn not to bleed, in that day people will stop dreaming and will sleep for ever, but wake up: Today it is fourteenth of November.



* In original Spanish: “A quien madruga Dios le ayuda”, what can be translated as: “the early bird catches the worm”.
** Law approved in the twenties that allowed policemen to shoot the arrested people if they tried to escape. This law was used as a way of performing extrajudicial executions.
***Character of the book Luces de Bohemia, (Valle Inclán) set in the time of the Escape Act.

Translation by Marco Hernández Iglesias



Nos han educado muy bien desde que nos movíamos sobre las cuatro patas: "el frío es ausencia de calor", "sabio es el que sabe que no sabe nada" y "al que madruga Dios (con D grande) le ayuda". Y una mierda y otra mierda. Si el frío es solo ausencia ¿qué hago yo con una bufanda y un gorro? El calor es ausencia de frío y madrugar es obedecer al Jefe con J grande. ¿Y eso cómo lo sabes? porque yo solo se que no se nada-preguntó un personaje anónimo con cara de sudoku con un diez que padece terribles erecciones cognitivas cada vez que duda más que los demás- Porque es una contradicción, y si no rechazamos la contradicción no tiene sentido ni decir, o eso me han dicho. Cómo iba diciendo y que duden otros: 14N.

Decir que una huelga general es contraproducente es como decir: tú quítate el abrigo que el frío solo es ausencia. Decir que ser antisistema o antifascista es un ser sin contenido o "pura negación" es decir que en Praga no hace frío, sino que solo hay ausencia de calor, o por culpa de esa nada me partieron la cara en su día. Decir que saber es no saber nada es como decir que no hay error criticable en este baile de ignorancias. ¡Y una mierda!.. y cómo iba diciendo: 14N.

De la misma forma les acusan a los piquetes de coartar la libertad individual de trabajar, que a diferencia del resto de los derechos humanos cuando uno apoya al sistema, libertad y derecho al trabajo emergen humanamente como una miasma: olé, pásate por el INEM hablando de tu derecho al trabajo mientras lees en la constitución tu derecho a una vivienda desde la cual puedas ejercer libremente tu derecho a la manifestación, y no te olvides del eslogan: con Rajoy es posible, y nadie sospechaba hasta que punto era cierto aunque muchos sabíamos en qué sentido era posible. Es posible desmontar con un bolígrafo en un día lo que se conquistó con cuarenta y cuatro días de huelga general y una Ley de Fugas que recuerdan con claridad los ojos ciegos de Max Estrella. Suena un disparo, y nos dirán aún que la ceguera es ausencia de visión y que el otoño es ausencia de primavera, eso sí, cada temporada una falda nueva y un coche nuevo y mil bombillas nuevas y un brindis por la obsolescencia. Siete ene más siete a secas: catorce ene.

Seguirán saltando las personas por la ventana antes de que esa ventana sea desahuciada, y seguirán rescatando con tu dinero la deuda inmobiliaria y privada de los bancos que no pueden vender la ventana por la que te empujaron. La gravedad es pública pero tampoco nos fiemos; les jode horrores que el suicidio sea excusa para no pagar la hipoteca, y no te olvides de votar que si no es tu culpa. Dale una prima millonaria al subdirector del banco para que se retire en una cama cara que le ayude a jubilar su conciencia: el sistema funciona: ¿no te das cuenta? Solo tienes derecho al trabajo frente a los piquetes durante la huelga. Y hablan de la libertad individual y del derecho individual al trabajo, pero olvidan que la libertad política se apoya en el goce individual del derecho colectivo: ¿tendría derechos alguien que viviese solo en el mundo? Parece evidente que no.

El ser humano ha soñado demasiado como para no ser violento. La libertad en su sentido más amplio no es un estado, sino un síntoma, la libertad es la herida que produce el grillete sobre la piel y la proyección de los sueños, ser libre es ser sensible a la cadena; es la reacción más poderosa, es la pura alergia a la esclavitud en cualquiera de sus formas, el único motor invulnerable: es el cuerpo de la ausencia que no requiere contenido, por lo que no puede ser vaciado, es el odio al frío que impulsa la búsqueda infinita del calor. Mientras los medios de comunicación perfeccionan cada día sus métodos anestésicos solo temo el momento en que la piel de la sociedad humana no sienta sus grilletes, me asusta pensar que la piel pueda aprender a no sangrar, en ese día las personas dejaran de soñar y dormirán eternamente, pero despierta: hoy es catorce de noviembre.


domingo, 11 de noviembre de 2012

Una demencia compartida


Primera escena de una demencia compartida:

-Soy un tipo muy peligroso- le advierto a Cristina.
-Pero si eres más dulce que un pan de leche- me responde ella desde el lavabo con acento gallego riéndose en el baño mientras yo meaba. Juro solemnemente que cuando a uno le dicen que es más dulce que un pan de leche con acento gallego -o quizás fuese un bollito- siente amablemente violada su virilidad.
-Los panes de leche no bailan en cementerios- sentencié yo con voz profunda y tenebrosa, pero Cristina se había ido y había llegado a tiempo para escuchar mi sentencia otra chica gallega a la que no conozco. Salgo del baño y veo que me mira curiosizada con horror, entonces la miro abriendo mucho los ojos y me marcho silbando la canción de los Lonney Tones.

¿Qué es la felicidad? -pregunta el narrador- Saltar como un niño sobre la cordura de los demás como si fuese una cama elástica  ¿Porqué como un niño? -insiste el narrador- Mira payo, porque los gitanos solo les dejan saltar a los niños en las camas elásticas. El narrador no entiende una mierda, pero no tengo tiempo para discutir con el narrador.

 Segunda escena de una demencia compartida:

- Ves las velas? En ese cementerio está enterrado Jan Patocka- dice Tania en inglés mientras volvemos a la residencia. A través de las ramas de los árboles se pueden ver cientos de puntos luminosos que parpadean sobre tumbas que a esas horas no se pueden ver.- Hace unos años solía saltar el muro para beber con unos amigos.
- Entremos- respondo al segundo también en inglés para que la comunicación sea posible (su eslovaco mucho mejor que el mío).
- Seguro?
-Claro: nunca me he colado en un cementerio a estas horas en este país- ella me mira de reojo con esos ojos de gato suyos que son más amarillentos que marrones y se ríe.

Una vez dentro paseamos a oscuras entre las velas que los familiares mantienen encendidas siempre para alejar al olvido de sus muertos. Tania camina como si estuviese en otro mundo, la resucito diciendo -bailamos? Es que nunca he bailado en un cementerio en este país a estas horas- esta vez no se ríe pero me ofrece sus brazos. Y bailamos la Cumparsita que yo tarareaba casi en silencio, y pienso que si yo estuviese muerto que los vivos no bailasen me parecería la más mortal de las faltas de respeto. Nunca me he sentido tan vivo, y miro a Tania, solemne y divertida está bailando con un español cuatro años más joven que ella en un cementerio -qué locura diría alguien cuerdo- para huir de la muerte. Seguimos buscando la tumba de Patocka (porque no la vamos a encontrar) mientras busco un epitafio que diga: ¡Oh!, ¡alguien puso flores en mi tumba! (porque seguro que no lo encuentro). Entonces le digo muy bajito a Tania: bailemos hasta que encontremos nuestros nombres en una de estas, y nos echamos a reír para no faltar al respeto.

Lo que más me gusta de los cementerios es que me recuerdan que estoy vivo. ¿Qué es la vida? -pregunta el narrador de repente- Pero mira que eres pesado...


Tercera demencia de una escena compartida:

Una niña le reprocha al niño que le gusta: ¡Odio que lo quieras entender todo!
El niño confundido le responde: pues no entiendo porqué.

Erasmus: Vaya palabra. ERASMUS: Vaya palabrota - a estas alturas el narrador está colgando de una cuerda a la que se sujeta con fuerza y cuello.- Qué exagerado -pienso.

Cuarta escena de una demencia compartida:

Un catedrático en filosofía y un niño de seis años encuentran al borde de un acantilado del lago más claro de la Tierra. Entonces aparece un mensaje que han de descifrar como última oportunidad para que la naturaleza no se marchite en el mundo. En el mensaje que se refleja en la superficie del lago se puede observar lo siguiente:

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Ambos están asomados al precipicio desde el que se puede leer con claridad. El niño mira divertido, pero antes de que sea capaz de abrir la boca el catedrático se aleja del precipicio y comienza su disertación:

"No hay ninguna duda; veintisiete as mayúsculas; veintisiete letras tiene el abecedario sin contar con las compuestas; veintisiete as es la primera combinación de todas letras del abecedario, la primera combinación que alberga todas las posibilidades del lenguaje.-El catedrático excitado grita- ¡Ya lo entiendo! Lo que este mensaje quiere decir es que con las palabras todo puede ser conseguido, nos está criticando por olvidarnos de aquella facultad que nos hace humanos: ¡LA RACIONALIDAD! Divina ratio; ¡solo racionalmente podremos salvar este mundo, alejándonos de lo inhumano, de la violencia y de la barbarie! -Y bramó mirando al cielo- ¡Esa es la única verdad mayúscula!"

El niño, que no ha dejado de asomarse en ningún momento le mira extrañado y le dice: señor, yo no quiero interrumpirle, pero yo solo veo mi reflejo y una cordillera nevada.

El narrador me contó una vez que mientras leía en un baño de mi residencia escuchó una voz grave que decía: los panes de leche no bailan en cementerios. Pobre narrador... tan cuerdo... le estrangularon los niños que saltaban sobre la cama elástica. Pero... ¿qué es la felicidad? -preguntaría el narrador si estuviese vivo. Y juro solemnemente que si me lo preguntase ahora le hubiese respondido.
Narrador
R.I.P
?-11/11/2012
¡Oh, alguien dejó flores en mi tumba! 

domingo, 4 de noviembre de 2012

Mi secreto y el tuyo

Me ha contado un vagabundo 
que conoce Praga 
de extremo a extremo,
que a la gente que pasa no le pide nada,
porque lleva la ropa mojada.
y es horriblemente viejo.

Me ha contado con susurros
que bajo el suelo de Praga
se esconden mil secretos,
y que si te encuentras con uno
cuando más frío haga
a los demás no podrás verlos.

Y me contó también
que todos los años
se le congelan las lágrimas en invierno,
pero siempre las descongela el verano,
por eso prefiere dormir bajo el cielo.

Tiene miedo a las paredes,
pero no teme a los techos
porque duerme sobre uno
que esconde mil secretos.

Mil secretos conoce,
y no me contó ninguno
-siempre dice que si escuchas atentamente
se convierte en grito el murmullo-.

-¿Por dónde debo empezar?
Le pregunté al viejo vagabundo
-Hace tiempo que empezaste
porque ya encontraste uno.

Tiritando de vida
y muriéndome de frío
me despido de Carlos:
de las mil piedras
del río.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Mi amada prostituta

Guardo en la memoria una vida de palabras de arcilla fría que se calientan con el sueño y las moldea la escritura. ¿Y porqué no? Recuerdo que entré en una iglesia sin pagar por primera vez en mi vida, un cigarro perfecto, unas cuantas cervezas que me regalaron sin querer, mucha gente bailando con la música o con la gravedad, y que me fui mordiéndome los labios porque no sabían a los míos.

Son las 6:30 de la mañana y hace un frío horrible, estoy con Katie y con Bryonie esperando al autobús que acerque Budapest hasta nosotros. Frío y cansancio. El viaje dura ocho horas que duermo de dos en dos; cada vez que despierto estoy tan desorientado como el abrigo que enredo de mil maneras para que de una puta vez haga almohada, y como siempre, en lo que pienso que no puedo dormir, me duermo. Amanezco entre las piernas de otra amante, Budapest se llama esta vez, amante de tres días que me tienta a descubrir los lugares secretos que no le deja ver a los turistas, pero soy turista, mierda; acabo de llegar y ya me falta tiempo; intentaré perderme en ella, a ver si la encuentro. Y nos dimos prisa: Katie, Bryonie y yo perdimos la pista del grupo mientras nos tomábamos muy enserio eso de hacer el tonto, y caminamos bajo la lluvia de Budapest cantando "Lost in Budapest", una de esas canciones que improvisas porque no sabes si existen. Riendo fuimos allí felices sin darnos cuenta por no darnos cuenta de que eramos felices. Más tarde encontramos a los demás y nos fuimos al Szympla, punto de paso obligado en la capital de Hungría si tienes menos de sesenta años, si tienes más es altamente recomendable. El Szympla es uno de los sitios más raros en los que he estado en mi vida, lleno de cables y ordenadores viejos con imágenes psicotrípicas entre asientos de coche arrancados sobre los que te tomabas cervezas gigantes por algo menos de quinientos florines húngaros. Pero no es un sitio para bailar, por lo que acabamos en el "Roofbar" gracias a unas suecas que conocimos y que llevaban cinco semanas en la ciudad. El Roofbar es un infierno estupendo en un quinto piso, y cada escalón que subes de las escaleras entre paredes pintadas en mil colores y llenas de pegatinas aumenta un poco el volumen del drum n bass y el dubstep que suena en lo alto: ebrio y animado me quedé bailando con Eva y con Tasha, amigas inglesas de ese reino lejano llamado Hostivar, hasta las seis de la mañana y nos fuimos agotados tras treinta horas sin ver una cama. De camino rescatamos a una francesa que se había quedado sola y lloraba porque no sabía como volver al hostal, sus ojos eran más grandes que su cara cuando me vio... también hay quien llora al perderse, qué mal.

Al día siguiente fuimos a unos baños al aire libre dónde mi dignidad se asemejó a la de una ameba: flotar es mucho mejor que nadar. Cuando salías del agua entendías lo que debiste sentir al abandonar el vientre materno, y vuelta a flotar. -Ohh, qué placer térmicoexistencial- Entonces piensas en cosas como un perro persiguiendo su cola o una trepidante carrera de caracoles, hasta que veo que un adorable grupo de casi viejos húngaros están jugando al ajedrez. Como ameba que era moví el flagelo hacia ellos firmemente decidido a ser épicamente derrotado, y así fue: pido jugar y un hombre se pone conmigo, al principio me desprecia profundamente y mueve las fichas casi sin mirarlas, pero mis horas de frikismo krónico en internet hace unos años dieron sus frutos: le regalo una torre y me como su reina. A partir de ese momento le empecé a caer mejor y miraba con atención al tablero: agotado y feliz me llevo más orgulloso que Napoleón en los cuadros de David dos derrotas sublimes en noventa minutos de pura actividad mental en la que el cuerpo se convertía en una pasa, cómo me recuerda eso a la vida académica. Ya era hora de salir al mundo real. Tengo un mapa de Budapest, medio paquete de cigarros, 2000 florines y casi cuatro horas antes de que en el hostal me echen de menos. En la plaza de los héroes me doy cuenta de que me faltan las gafas de sol y un traje para sentirme On a mission from God como los Blues Brothers, pero estaba lloviendo y uno no estudia filosofía para no perderse; me puse a caminar entre las piernas de Budapest, y ya lo sé, que por muchas idioteces que escriba estaba allí principalmente porque tenía dinero, porque pude pagar aquel paseo entre sus piernas y no salen del barro sino del bolsillo ciertos fetiches de la bohemia, y ya lo sé, pero no lo digas muy alto que ya estoy en Praga otra vez y la dejé durmiendo, y es que ya casi ni la recuerdo, pero conservo el sabor en los labios que no saben a los míos, entonces me los muerdo y recuerdo Budapest: mi amada prostituta, volveremos a vernos.  

Pozdrav z druhé strany

lunes, 29 de octubre de 2012

El cigarro perfecto

Son las 5:15 de la mañana; tengo 30 minutos para escribir porque a las 5:45 he quedado con Katie en la puerta de la residencia, a las 6:40 cogeremos un autobús que nos lleve a Budapest y dejo atrás un día de esos que son como un pulso ganado. Empecemos hace 12 horas.

Salgo de Introducción a la filosofía de la psiquiatría a las 15:30. Los jueves son una mierda porque empiezo las clases a las 9, hora exacta en la que Praga tiene su cita diaria con un tal Frío que me odia, y para que no me reconozca me llevo una braga de esquiar que me tapa hasta la nariz pero que me deja las orejas fuera por culpa de las rastas, entonces vuelvo a las 15:30 para no recordar ese fatídico triángulo amoroso entre tu mirada, la mirada del profesor y los párpados celosos que no quieren que se junten ambas: a las 15:30 me olvido de la mirada  de los profesores tras una presentación en psiquiatría que me salió modestamente perfecta y me voy a fornicar unas horas con mis párpados. Esta noche hay una fiesta en una iglesia (morboso sacrilegio), tengo que mandarle mi parte del trabajo a Íñigo (otra historia), tengo que falsificar la entrada y tengo que hacer la maleta para poder recogerla de empalme e irme a Budapest, pero joder... qué sueño tengo.

Me despierto a las 20:00 y le pido la pulserita a Elisa, que es la entrada de la fiesta sacrílega, la escaneo, la imprimo, y con un pilot le hago los retoques necesarios para que el puertas de turno entrenado por las brigadas rojas no me enrojezca la cara; tras 10 minutos comparo la original con la mía "4 Universities Megaparty" y se me viene la cara de Obama diciendo "Not bad", otra media hora de concentración absoluta y le mando lo que tenía que mandarle a Íñigo; vuelvo a mirar mi entrada y la cara de Obama se había convertido en un rotundo "Fuck yeah" y pienso: como consiga entrar con esta mierda de papelito voy a mirar a la gente que ha pagado la entrada con la cara de Yao Ming. Hoy no me apetece beber todavía, pero me quedan 5 minutos por lo que me hago un café de por si acaso, cojo esa tira de papel que debería ser de un azul más oscuro, le pido a Pepe el pegamento de barra para convertir la tira de papel en una pulsera -porque no soy de esos que tienen pegamento de barra ni tipex ni celo, pero si soy de esos que luego lo necesitan desesperadamente-, me bebo el café de un trago que toso por las prisas, compruebo que llevo todo mirando estúpidamente en muchas direcciones y en lo que salimos a tropel cantando los típicos himnos de la vergüenza ajena me llega un mensaje de que me han conseguido comprar una entrada: ya la venderé -pienso- y me enciendo ese primer cigarro de la noche que es un brindis de humo con el a ver que pasa Mufasa de cuando sales contento de casa (su fumas sabes perfectamente a qué cigarro me refiero).

Unos por un lado y otras por otro y todos mezclados llegamos a la puerta de la iglesia que solo medía unas cuatro veces más que los puertas -mi cara en ese momento adquiere un tono ligeramente más "*0*"- pero consigo vender mi entrada por 50 coronas más de lo que le debo a /Llulian/ (Julian en alemán) y me la juego con mi pulserita de papel sintiéndome un guerrillero en contra de la grotesca forma que tienen los clubs para exprimir los bolsillos de los erasmus con bolsillos: el puertas mira desde lo alto y yo enseño mi muñeca desde lo bajo, *.* mientras entro, ^o^ una vez dentro: Me enciendo otro cigarro, sabes perfectamente a qué cigarro me refiero.

05:44
KRONTINUARÁ

                                                                                 Pozdrav z druhé strany

domingo, 21 de octubre de 2012

Avión de papel

Viajar quizás
sea sentir sin necesitar
la memoria,
y todo da vueltas
como un poema
escrito por otro
en un avión de papel
que no te dejaron lanzar a ti
y lo quieres leer
cuando te das cuenta
de que la tinta eres tú...
otra vez tú buscándote
como si fueses otro
aun siendo feliz.

Un mes de versos en Praga
escritos en agua,
y leidos en piedra
entre el humo del penúltimo cigarro
leo lo escrito y me sonrío,
y miro ese folio
en el que tachar es solo mentira,
y leer es lo mismo que escribir
y no permite garabato necio,
ese folio
que siempre dice
que todavía le queda espacio




. 
?

jueves, 18 de octubre de 2012

Otra historia

Los reyes magos no existen porque son los padres, de eso te enteras cuando eres un niño: que los reyes magos existen porque son los padres, de eso se te enteras cuando dejas de serlo. Hace nueve días llegó Goncho a Praga y hace cinco que se fue, ese Gonzalo Álvarez que muchos de vosotros conoceréis y al que yo conocí antes de saber pronunciar las palabras "reyes magos". Harían falta miles de páginas y una mejor memoria para contar todo lo que hemos vivido juntos, pero esa es otra historia; para contar lo que hemos vivido aquí supongo que con el rectángulo de tu pantalla será suficiente.

Una tras otra salen las caras que ni busco ni reconozco de esa puerta que tienen todos los aeropuertos -me encanta mirar a la gente que sale por esa puerta, buscando con ansia el rostro que le demuestre a los que esperamos por otro que el suyo también quería ser encontrado, pero que triste es ver a la gente que lo busca y no lo encuentra-, imagino que sabes a que puerta me refiero, también se podrían escribir mil páginas hablando solamente de esa puerta pero esa es otra historia, entonces aparece Gonzalo y la puerta deja de repente de interesarme.
- ¿¡Qué pasoooooooo?! -fue lo primero que me dijo, y más contentos que Rajoy con una tijera cogimos el 179 dirección Vetrnik, donde cutre y majestuosa se alza en el medio de calles sin más mi residencia. En el pasillo nos encontramos a Marta, a Cristina y a María -unas chicas gallegas que no se cortan a la hora de ser buenísima gente- y a Elisa, a quien Goncho ya conocía porque fueron al mismo colegio (véase El tranvía que me lleva a casa, (siempre he querido poder escribir ese véase entre paréntesis)). Apenas llegamos nos vamos los dos al centro y acabamos en el K4 con Keka y sus amigas, un bar subterráneo donde los universitarios se juntan como gusanos cultos a ser cultos juntos, pero es barato, no dejan fumar (lo que se agradece cuando uno convive con la ropa sucia en un cuarto que podría saltarme a lo ancho), de vez en cuando regala música en directo y cuando no, dejan de fondo Parov Stelar o mamadas auditivas semejantes,  y como no en mi amada Praga, hay un piano que me deja hacerle caricias mecánicas aunque el martillo del Mi más importante del mundo esté medio suelto (¿os habéis fijado en que las palabras amada y mamada solo se llevan una m de diferencia? Yo me acabo de dar cuenta). Nos despedimos cordialmente y volvemos entusiasmados a la residencia.

Una vez allí empieza a aparecer la gente: dicen de salir -qué sorpresa- y aunque yo no quería ir porque tenía clase a las nueve al día siguiente me estranguló de nuevo esa sensación de que cada noche es como un regalo sin abrir, y acabamos en una discoteca de mierda en la que Goncho y yo nos lo hubiésemos pasado mejor si en vez de pinchar el dj hubiese cantado -otro latin-lover pinchando latin-shit para masas ebrias de erasmus-. Pero en lo que cogíamos prestada una cerveza de aquí y otra de allá, Goncho le da un par de caladas de ice-o-lator (bajo mis súplicas) para que se callase a un portugués que no paraba de pedirnos cosas... al final nos divertimos fantaseando sobre los días en los que iba a estar aquí y dejamos al portugués sentado viendo fantasmas.

Duermo dos horas y me piro a la uni porque tenía tres clases, voy a la primera, para la segunda tendría que haber mirado el correo porque el profesor estaba enfermo, y para la tercera debí haber mirado mejor el horario: era a las dos y yo esperando, tirado en un césped de Starometska con Gonzalo y con Cecilia -una chica andaluza que se fue a las dos-, hasta las cuatro para darme cuenta frente a la puerta de que había terminado hacía media hora. Muy bien Alberto. Otra vez mis huebos con B y otra vez pensando con faltas de orto-grafía. Y a todo esto yo había dormido dos horas, igual que hoy...joder que sueño tengo...ayer salimos y me quedé dormido en el tranvía de vuelta: si a eso le sumas un "el conductor no me vio" resulta un despertar atrapado cuando el tranvía ya no circula y un tener que tirar de la palanca de emergencia elevado a una alarma mas un guardia, te llevas tres kiómetros de pateo mañaveral bajo un frío terroroso y le restas dos clases a las que debí haber ido antes de abrir los ojos... Huebos. Creo que culpabilidad + resaca de una botella baratísima de vodka casi entera = ecuación apocalíptico-agorafóbica, pero esa es otra historia... y yo lo siento, pero como dice ese refrán que hasta ahora no existía:  (léase con acento de madre en bata)
                                                                         Cuando uno empieza
                                                                               a sumar narraciones
                                                                                 y a inventarse palabras
                                                                                          es el momento juuuusto
                                                                                                   de irse a la cama.


Pozdrav z druhé strany


sábado, 13 de octubre de 2012

La sonrisa de la niña: el mundo en el arte.


Antes o después surge una pregunta trascendente en la proyección artística en cualquiera de sus vertientes, y sea cual sea la respuesta, ésta ha de esculpir la reacción estética del mundo propio en disolución con lo desconocido. Esta pregunta cae sobre el ejercicio artístico para poner la duda donde antes solo había una certeza sin cuestionar, es decir, inmadura, sin que su respuesta implique, sin embargo, la conquista de la madurez, la cual espera siempre tras la pregunta definitiva que queda por formular.

Tras años pintando graffiti, pintando kron de mil maneras distintas llego a la conclusión personal de que la mil uno me dejará de nuevo insatisfecho: ¿arte en el mundo o mundo en el arte? Y dejé de exprimir las cuatro letritas cuando me di cuenta que desde mi experiencia el arte en el mundo no era suficiente: el contenido eclipsado constantemente por la exigencia de la forma y una forma condicionada a su vez por la tradición: esto deja poco margen de maniobra... al graffiti que he conocido y hecho le faltaba el mundo ¿Arte en el mundo o mundo en el arte? En un extremo está el arte puro como torre de marfil, esa cima del monte Parnaso dónde residen las musas; en el otro está el compromiso del artista con su tiempo, ese Quevedo y su patria de muros cansados o ese Sartre con Argelia o Dostojevski con la tisis moscovita. Para conectar los extremos, es decir, "la flor azul de oro verde" con "los vómitos de sangre roja como la regla de tu hermana" -como dirían Los chikos del maíz- acudimos a las licencias de la metáfora. ¿Y a qué viene toda esta parrafada archi-pedante? Pues no lo voy a decir, porque considero equívocamente necesaria vuestra incomprensión para que la verdad de lo que sigue no pierda su carácter tan brillante como incongruente.

Hace unos días me sucedió algo del todo incomprensible que trato de explicar para poder comprender algo del todo inexplicable, algo que con toda certeza se perderá si soy capaz de barnizarlo con palabras que no sean las del recuerdo primitivo: epifanía... no se si me explico: espero que no.
    En la estación de Malostranská espero al metro que me lleve a Mustek, donde tengo clase a las 16:15. Un hombre y su hija, que parecían de origen rumano y etnia gitana. Dos policías y una checa que hacía de traductora. El padre de la niña con un acordeón, la niña con un abrigo de colores, la policía de uniforme con pistolas y porras, y la checa con un paraguas. Me quedo mirando a dos metros y mil mundos de distancia, con una mochila llena de libros en otro idioma, los documentos de mi cartera me alejan del hombre y de su hija, los libros me alejan de las porras y de los uniformes con hombres dentro y dos metros de distancia y un idioma me alejan de la traductora.

La policía le ordena al hombre que deje en el suelo el acordeón, seguramente su única fuente de ingresos para él y su hija, y este obedece, dubitativo, con la cara del pescador al que le roban su barca. Y yo a dos metros y mil mundos curioso por saber lo que estaba pasando. Podría decirse que eran inmigrantes ilegales, pero eso le importaba al uniforme que cargaba con la incómoda conciencia de un hombre, no a mí... qué triste vivir en un mundo en el que eso podría decirse... entonces la niña y gitana e hija de un padre que dejó por culpa de un uniforme su acordeón, se gira ciento ochenta grados y se encuentra con mi mirada, y sonríe, me sonríe, como diciéndome: no te preocupes, que yo soy libre. Mientras me sigue mirando me sigue sonriendo y le da la espalda a dos uniformes, a un acordeón y a un paraguas. Yo le respondo con el esfuerzo de devolverle la mejor de mis sonrisas sin entender nada, pero qué triste la sonrisa que necesita entender... y me tuve que ir, sintiéndome de nuevo un crío y ella se tuvo que quedar, con los uniformes, el padre, el acordeón y el paraguas; yo me llevé mis libros y su sonrisa de gigante, de niña,  esa que no quiero entender para que siga siendo su sonrisa, esa que me regaló, y no mi pobre forma de explicarla, no se si me explico, espero que no.
       

domingo, 7 de octubre de 2012

Aunque sea un sueño

Por fin llega el último tranvía,
un tranvía más, un tranvía menos,
y ya me lo advirtieron
que este año es sólo un sueño.
Cierro los ojos y abro las manos,
toneladas de universo se retuercen
por unos pocos gramos de hierva,
mi reflejo en la ventana
sobre un lugar que desconozco,
entonces abro los ojos
y cierro las manos
y vuelvo a ser el crío
que se ríe del que ahora escribe
y le cuesta enamorarse.

No he cogido fotos para el cuarto
por que no las tengo
y camino por la residencia
viendo en cada muro de cada habitación
de cada persona
que se llevó a Praga
(que es un sueño)
su memoria congelada
y esculpida en sus afectos,
¿somos colecciones de recuerdos?
.....
y miro mis paredes, desnudas
de vosotros y vosotras,
y es mejor así,
pues vacías de rostros las paredes
no olvidan a nadie,
prefiero ver poco en una oscuridad inmensa
que perfectamente
lo poco
que alumbra una vela,
y olvido entonces las paredes
y sueño tranquilo,
un tranvía más
y me despierto
en Praga,
aunque sea un sueño.

sábado, 6 de octubre de 2012

El tranvía que me lleva a casa

La aguja lenta del reloj ha dado muchas vueltas desde Stranhov, y sería un triste ejercicio tratar de narrar experiencias borrosas, pero otras se mantienen siempre claras en la memoria. Durante mis dos primeras semanas aquí he aprendido mucho, pero mucho más sobre mí mismo. Obligado a cocinar para comer, a lavar para vestir, a respetar para convivir, a organizar para abarcar y no perder, y estudiar pensando que tienes que leer y te acuerdas de repente de escribir... esas cosas que hasta que no vives solo no conoces sino en la distancia, en la anécdota o el viaje. Todas estas cosas han evidenciado estos días mi antigua comodidad y mi considerable ineptitud para llevar la vida al día. Mi compañero de habitación es todo lo contrario, es un scout que cocina mucho mejor de lo que a mí me gustaría cada vez que me levanto de otra siesta y el está comiendo en el cuarto... ¿qué comes Pepe? - "Salchichas con queso fundido y una ensaladita" - joder, a mi solo me quedan espaguetis...¿no tendrás tomate, o algo?-"Si coge, creo que queda en la nevera"- Muchas gracias Pepe (de corazón)... y si eso fuese poco también le encanta comprar cosas sorprendentemente útiles para su lado del cuarto como cajas para meter las cosas, perchas para la toalla mojada, toallitas húmedas, y de repente llega con siete libros bajo el brazo y me dice que se ha hecho socio del Instituto Cervantes, y yo resacoso le ruego a Pepe que me enseñe a vivir... pero que se espere un poco... y me vuelvo a quedar dormido. 

 Imagínate un vaso de chupito en continuo desborde bajo un grifo abierto, o intenta beber agua de una cascada... bebes poco y además te parte la cara, esa es la sensación; ser medianamente responsable se torna adjetivo imprescindible para no depender de la ayuda de los demás, sustantivo omnipresente, y no-ayudar se vuelve verbo inconcebible. Pese a todo, la única rutina que existe aquí es la de salir todas las noches. Son las seis de la tarde, misma hora en España, y ya está oscureciendo: dentro de doce horas aquí hace un frío que duele.

Hace poco más de doce horas estaba con Roxy en un antiguo búnquer nuclear que ahora es una discoteca. Roxy es uno de esos motes que se ponen porque sí, en verdad se llama Elisa, y hemos decidido, porque sí también, que aquí seremos primos. Sin duda es mi mejor amiga junto a una americana a la que se le da genial describir emocionalmente todo lo bueno de las situaciones. A Elisa la conocí con sus padres cuando yo estaba barriendo el suelo del cuarto de baño en calzones (baños mixtos y duchas mixtas). Me acababa de rapar. Yo medio en pelotas, y sus padres, que la acompañaron hasta Praga, miran dentro del baño para ver dónde se va a duchar su querida hija el resto del año. Contra todo pronóstico les caí bien. Yo les saludo cordialmente como si fuese de traje y Elisa me dice: yo te conozco. Y efectivamente me conocía, el mundo es un clinex: muchos amigos en común del colegio al que ella iba, el Estudio, uno de los pocos nidos educativos privados y de izquierdas que quedan por España, colegio al que siempre fue Gonzalo Álvarez, ese Goncho al que todos conocéis y al que yo veré este miércoles. Epa. 

Aunque parezca que me estoy yendo por las ramas existe una relación directa entre que yo conociese a gente del Estudio y que acabase en un búnquer anoche, a saber, que unos checos con los que el Estudio hizo un intercambio hace incontables años, a los que yo conocí en el retiro, estaban en una discoteca alucinante entre ladrillos pintados por el Demonio de Tazmania con dos brochas y mil colores altamente psicotrópicos, y la llamaron a ella y ella estaba conmigo, y fuimos, abandonando un concierto de tributo a los red hots... Cuando les encontramos ya no sabíamos en qué puto nivel estábamos de aquel laberinto: una sala con música, una lámpara de cristal y la mesa redonda de Camelot, y como no había nadie para quejarse me hice uno en nombre del Rey Arturo. Y nos quedamos sin fuerzas, a muchos metros bajo el suelo sentados alrededor de una mesa redonda que rotaba en su eje interior, y casi nos ahogamos de la risa por pensar qué pasaría si girase la parte de fuera... el checo con el que estábamos saca un polvo marrón y le da un poco a su novia, se lo esnifan... me cuentan que es tabaco y yo les pido que me dejen probarlo... era tabaco, no lo había visto en la vida. Una tos cercana me ofrece las últimas caldas de Camelot, y me tumbo, y todo da vueltas menos la mesa, entonces decidimos irnos soñando con un vaso de leche con cereales, con nuestro querido sótano y unos capítulos de Hora de Aventuras, joder, cómo me gustan esos planes.

 Esperando al tranvía empieza el baile de borrachos, sentados sin hablar nos reímos en silencio de la gente que se tambalea. Nos subimos al tranvía con nuestros cuentos sin contar a las espaldas y nos miramos unos a otros en ese idioma universal que sabemos todos a partir de ciertas horas, y otras tantas copas. Con nuestros pensamientos ojerosos, profundamente inconcentrados en las luces de las farolas, que pasan una tras otra, el puto Hamster otra vez, hasta que llega a lo que ya llamas tu casa.


miércoles, 3 de octubre de 2012

Aventuras en Stranhov (Parte 2)

Y salimos corriendo del polvo blanco que lo llenaba todo. Uno se queda para recoger un ordenador. Las toses cesaron con la distancia y alguien dijo, .-hijos de puta-. Habían abierto un extintor para echarnos... joder con los checos, pero estábamos demasiado ciegos como para enfrentarnos a cualquier cosa que implicase tomar decisiones. Yo me reí, y miré con indiferencia a una rumana que pese a todo seguía rompiendo botellas por los pasillos. Joder, qué absurdo. Y la rumana seguía pasando una botella de plástico que se resistía a romperse de una cosa que sabía a agua con colonia mala, y otro español ofreciendo vodka gritando demasiado. Miré a Nico. Nico me miró. "Están quedaos", concluimos.

Y también concluyen dos horas de memoria, donde encuentro un espacio tan blanco como el color que distingue este párrafo del anterior, pero con el salto de uno a otro se me ha caído Nico, debió coger un autobús, y aparecieron otros, desaparecieron esos mismos. Salimos del bloque 10, Clara se va a dormir y ya no conozco a nadie. Me doy unas vueltas por el campus, sin saber que hacer, al reloj le quedaban dos vueltas enteras para traer de vuelta a los autobuses, ese que me dejó, y hago eso que suele hacer la gente cuando se tiene que comer dos horas de ese frío que te va robando el pedo poco a poco, y te va devolviendo la conciencia al mismo ritmo, es decir, pensar. Eran las siete de la mañana, ya era 27 de septiembre,  y recuerdo nítidamente esa lucidez cansada del mañaneo, el arrastrarse, el frío, el autobús que me trajo a Stranhov, que es el mismo que me llevará a la residencia, el avión que me trajo a Praga que es el mismo que me llevará a Madrid, y el Sol habrá dado tantas vueltas, día, noche, día, noche... joder, si Dios existe tiene que ser como un hamster que corre en una rueda cósmica para hacer girar el circo este... Qué sensación, esa en la que lo entiendes todo pero estás jodido de frío, esa en la que tu entendimiento se llena con bien poquito... pero parece todo... qué frío, y creo que he perdido los filtros.

Comienzo a caminar dirección al estadio, el más grande de Europa y yo me entretengo pensando lo grande que tiene que ser Europa. Tengo que esperar al autobús bajo la lluvia porque no hay donde resguardarse. Ni mi abrigo ni mi sudadera tienen capucha. Qué bien. Y yo pensando frases cortas entre puntos seguidos. Entonces vuelven las ganas de fumarme otro de esos cigarros que se consumen como carpe diem para que se joda el Hamster y que todo deje de dar vueltas, y busco un filtro, siempre llevo alguno suelto en los bolsillos. 


miércoles, 26 de septiembre de 2012

Aventuras en Stranhov (Parte 1)


Son las nueve de la mañana de un 27 de septiembre y estoy esperando un autobús que me lleve de vuelta a la residencia desde Stranhov. Junto al estadio más grande de Europa, otro resto del típico licor soviético "Nosotrosmás", llueve pero no hay donde resguardarse; me acerco a otro autobús que está vacío, y le pregunto al conductor si me deja pasar para refugiarme de la lluvia mientras espero.  Me responde que no. Mierda. Busco el tabaco de liar y me doblo como una C para que no se moje; he perdido los filtros pero siempre llevo alguno suelto por los bolsillos, fumo, toso, creo que me estoy poniendo malo.

 Son las nueve de la noche de un 26 de septiembre y nos dirigimos a Stranhov. He conseguido contagiar mi entusiasmo a un chico mallorquín llamado Niko con el que creo que me voy a llevar de puta madre. Metro hacia Andel y bus hasta Stranhov, la tierra prometida. Una chica madrileña con la que me lié el tercer día de llegar aquí me dijo que fuese y la verdad es que la descripción tenía muy buena pinta: conciertos, ska, cerveza, mucha gente, mucha cerveza... poco más recordaba. La primera cosa que nos mosqueó es tener que bajarnos del autobús a patadas; dos personas bajando y cincuenta subiendo, ¿qué coño? no puede ser que un festival termine a las diez de la noche, pues sí, y nos tuvimos que joder deambulando entre los restos de lo que habría sido un desfase proporcional a los mitos que circulan sobre los erasmus: tres mil personas entre varios escenarios, un iglú inchable con una sala dentro, chiringuitos /ebrigüer/, y por la tonelada de basura que habían dejado calculo que cuatro veces ese peso en cerveza y un montón de europeas ebrias que ya habían encontrado un hombro sobre el cual rebajar las consecuencias de su penosa relación con la gravedad, los europeos se tumbaban directamente en el suelo. Mierda. ¿Qué cojones hemos echo estas últimas seis horas? (la respuesta es un circuito de siete pubs, una cerveza por pub, pero tómese como pregunta retórica). Nico me miró, yo miré a Nico y casi nos echamos a llorar.
 Cuando reaccionamos nos pusimos a caminar entre la mierda que la felicidad de otros había dejado, buscando quizás un grupo de españoles para hacerles la corbata y por mi parte, sobre todo, buscando a Clara, esa madrileña con la que me lié y que me mando la información que no me leí sobre el festival que nos acabábamos de perder...ole mis huebos con B. Pero entre tanta miseria teníamos que tener un poco de suerte; nos encontramos un grupo de españoles y gritamos eso que se suelen gritar los españoles que no se conocen y se encuentran to´ borrachos en un país extranjero: ¡Españoleeees! Y efectivamente, de entre los cientos de españoles que habría allí el azar quiso que uno de ellos me reconociese por haberme liado con una tal Alicia que tras cinco minutos de confusión resultó ser la Clara que andaba buscando. Epa. Me dan su número, ese que no apunté cuando me lo pasó por el FB, la llamo, me lo coge, nos encontramos. Epa otra vez.

 
Finalmente nos fuimos de fiesta al Bloque 10. En un pasillo ancho estilo soviético con puertas de metal a lo gulag, erasmus de carreras con prestigio social así como ingenierías, farmacias y cosas del palo, en su mayoría españoles, estaban organizando una fiesta con alcohol de contrabando (lo del contrabando viene por una prohibición reciente de todos las bebidas de más de veinte grados por una filtración de metanol que ha matado a unos 25 personas en este país, por lo que es relativamente complicado comprar) donde todo antes o después se acababa rompiendo. Una hora allí, muchas cervezas, algún chupito que otro y unos tres checos enfadadísimos cada veinte minutos y cada vez más violentos por el ruido ligeramente insoportable que estábamos haciendo, entonces, todo al rededor se cubrió de blanco y comenzamos a toser, a no poder respirar, y tuvimos que salir corriendo.....

KRONTINUARÁ

Hoy es 25S


Hierve la sangre también en la distancia. Llevo tres horas seguidas en el ordenador recolectando las imagenes que llegan desde Madrid. Hoy más que nunca he sentido la ausencia de un mundo llamado España y su situación, su corrupción y su frustrante cura. Lo más duro de todo es ver en los vídeos que entre el pueblo y su soberanía sólo se encuentran las marionetas azules que esgrimen una obediencia ciega al deber como si un deber ciego mereciese obediencia, como si el verdadero deber tuviese algo que ver con la obediencia, perros bastardos. Estado policial y gracias por tu voto. Me gusta hacer el ejercicio mental de apartarlos con la imaginación y contemplar a la gente junto a los leones del congreso y pisando, vencedores, las alfombras del parlamento. Quitando de la deuda española el ochenta por ciento, es decir, la deuda privada, pero yo estoy aquí en Praga, escribiendo sin luz para no despertar a mi compañero que ronca plácidamente cuando no dice cosas extrañas. Me advirtió que suele tener pesadillas, muy buena gente.

Ya que he comenzado por las frustraciones no pienso dejarlas todavía. Ayer asistí a mi primera clase: "Pursuit of Democracy and Freedom (independent political thinking in the communist Czechoslovakia)". El profesor, un chico joven al que le queda muy bien el rollito "soy profe en la uni", nos preguntó: -¿Qué pensáis que es el comunismo?- Y como esta clase pertenece a un curso especial pensado para alumnos americanos no tardó en hablar la CIA a través de uno de sus representantes, que concluyó con mucha seguridad algo así como "el comunismo es un sistema sin mucha libertad y que no funciona con la "naturaleza humana" (profundo concepto antropológico) en el cual uno no podía tener un coche porpio"...olé, y yo partiéndome la cabeza leyendo a Marx cuando todo era tan sencillo... bendita ignorancia, qué valiente hace a la gente. Qué semejante es la arrogancia de una opinión como esa al arrojo patriótico de los antidisturbios.

Pero no todo son frustraciones. Cuando estoy más relajado leo a Cortázar, jugando a su rayuela y buscando en internet las perlas de Jazz que van regalando sus páginas, entonces salgo con la gente de aquí por el centro de una ciudad más allá a la que vamos en un tranvía que creo que no hay que pagar y que pago cuando dejo de creer, y con la excusa de poder preguntar ¿de dónde eres?,¿qué estudias? o ¿dónde estás viviendo aquí, en Praga?, voy conociendo a más y más gente, y voy entrando en calor con el mundo checo y universitario junto a otra octava jarra de cerveza, volcando el vaso hasta que caen los últimos minutos de espuma, y otra vez, el tranvía, volviendo a creer. 

sábado, 22 de septiembre de 2012

Praga, un piano y una rata




 Lo que durante un año ha sido papeleo, aburrimiento y una satírica garantía de caducidad de todas mis relaciones sentimentales -ese fatídico "me voy de erasmus"- por fin se ha convertido en aquello en lo que debía convertirse: Praga. Cuando salí del avión el mundo era de un gris frío de pelotas que no conjuntaba nada bien con mis pantalones cortos. Busqué el autobus 179 hacia Vietrnik y me di cuenta de que no sabía ir a la residencia desde la parada del autobús, ahí, con mi maleta de 25 kilos, la lluvia y mi nivel de checo digno de un chimpancé de los normalitos. Tuve la suerte de encontrarme con un chico de Guatemala y con su novia checa; la chica, con uno de esos móviles que no se parecen en nada al mío, miró en el Google Maps y supo indicarme, bendita sea la tecnología de ese progreso enloquecido que tanto detesto. 

Cuando llegué a la residencia estuve buscando mi nombre en una de esas listas interminables y desordenadas con una simpática mujer que sabía tanto inglés como yo checo, y tanto español como yo Suajili. Finalmente no me encontró y se me quedó mirando sin decir nada, es decir, diciéndome en silencio: "Si no estás en esta lista no te puedo dar una llave, y no estás en esta lista". A su silencio yo le respondí con otro evidente que significaba: "Si no estoy en esa lista es su puto problema, no me pienso ir" aunque los dos supiésemos que ese era mi puto problema, mientras me imaginaba que conchas del diablo podía hacer si no me daba una llave y todo esto mientras estábamos concienzudamente callados los dos, tras renunciar a la comunicación oral tras desastrosos intentos en los que la mujer repetía de mil maneras y a mil velocidades distintas lo que trataba de explicarme, hasta que me eché a reír de lo absurda que me resultaba la situación sin saber de quién era la culpa. 
    Por fin se me ocurrió que o bien habían escrito Coronel con K o bien había alguna hoja que no habíamos visto. Cogí los papeles y descubrí que una de las listas había tres folios grapados, en el último leí "Tarancón Coronel Alberto" y deduje con gran astucia que era yo, me dio la llave. Mientras tanto una bonita checa me vio desde un pasillo nos ayudó con la traducción de lo que tuve que hacer al día siguiente y me invitó a jugar con otros checos a un juego de mesa y a chupitos de vodka. Bebiendo con un grupo de checos cuyos nombres ni siquiera intentaría recordar apareció otra chica que estudia química y me dijo que podía hacer arder mi mano sin que me quemase. De la misma manera que siguen los religiosos a sus profetas acepté sin dudar que aconteciese en mi semajante milagro (hay un vídeo de esto que puedo pasar por email).

Al día siguiente fui al centro. La ciudad es preciosa, inmaculada y vieja, desde Sarometská, donde está mi facultad, hasta la plaza del famoso reloj todo es piedra, y lo sigue siendo pasada esta, sería increíble verla sin turistas, verla sin mi. Mi residencia es como una colmena al estilo soviético con sótanos donde puedes fumar. Mi compañero de piso es un chico valenciano, muy buena gente, pero sobre el cual no voy a contar nada más porque quiere leer lo que escribo jaja y no quiero que piense que soy de esos que dicen cosas bonitas sobre los demás a sus espaldas jajaja. Ayer fue el primer día que salí a muerte. Un checo muy fumado me dijo cuando me vio que tenía un regalo para mi, entre admiración y desconfianza vi que se sacaba dos bolsitas, le di las gracias, ¡yakuie!, y el respondió: "Check White Widow" y yo me reí, creo que en checo significa "de nada" jaja... voy entendiendo lo que significa estar de erasmus mientras no paran de llegar personas de toda Europa a la residencia que hasta hoy estaba casi desierta. Una residencia que no tiene casi de nada y alguna rata que otra, pero que tiene un piano. Adoro Praga. Ahoi. 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Mis libros de humo


Un acrónimo, con c, expresa el significado de las palabras que lo componen. Un akrónimo, con k y porque no estaba inventado, es la suma de personas y experiencias que lo componen, evidentemente. 

Me voy un año a Praga y estoy orgulloso de lo que me llevo. Como hizo Don Quijote, me marcho a leer el mundo para demostrar mis libros, esos libros que durante 20 años hemos escrito entre dos parques y un cementerio, entre cafeterías y bibliotecas, entre maderos y ladrillos con huecos entre ellos, entre litros de copas y litros sin más, entre humos. Por eso escribo este blog, para todas las personas que dejo aquí llevándome a Praga su ausencia, tributo a un mundo de significados compartidos al que llamo kron donde dejaré a lo largo de este año vivencias quizás legibles.¿Qué tipo de vivencias? Quien sabe, me voy en 2 horas.