"Se acaba el mundo y te prometo que esta vez no he sido yo. No es culpa de nadie, todo esto es parte de un plan maestro que no nos incumbe, y si no se acaba el mundo significa que tan mal no lo estamos haciendo. Fuma. Poned en marcha las chimeneas que los mayas no mencionan nada al respecto, y mira a ver si subes el IVA mientras tanto. ¡Gol! Pánico nuclear. Tensión entre Israel e Irán. Japofobia china. Aracnofobia infantil. Teta. Crisis en España. Europa es un jarrón bailando sobre un palillo. Adopta un jarrón. Conflicto en medio de oriente y ya te dirá el canal de televisión dónde está el centro de ese medio. En oriente casi seguro. ¿He dicho teta ya? Se acaba el mundo."
Alienación: que todo esté en otro sitio. Que los mayas hace X años, de cuyo cuántos no quiero acordarme, dijesen el mundo se acaba le da un toque determinista a lo que sea que esté pasando. Ponle una pizca de "eso de que el mundo se va a acabar es algo que se sabe desde siempre" a la gran Mierda y conseguirás que lo que está acabando ahora con el mundo huela menos, que pase desapercibido como el sabor del vodka cuando se mezcla con lima. Tu vida está predeterminada porque está alienada, porque lo que podrías hacer para cambiarla está en otro sitio pero jamás donde estás tú. Ante eso siempre cabe decir con la simpleza con la que responderían los simios si pudiesen hablar: y una polla. ¿Crisis? Y una polla. ¿Ciclos económicos incomprensibles? Y una polla ¿Trabajar más por menos? Dos pollas. ¿No te contrato porque cabe el riesgo de que te quedes embarazada? Y un coño.¿Te juro que no volveré a levantarte la mano? Dos coños ¿Sanidad y educación privadas?¿Desahucios?¿Rescates? Y una polla, y un coño: guillotina. Cuando el poder de la palabra no alcanza las condiciones materiales no cabe diálogo posible. Cómo dijo recientemente un gran ciudadano en la universidad de Oviedo: yo no negocio con terroristas. No les facilites que puedan decir más tarde: tuvisteis vuestra oportunidad porque hubo diálogo. No hay diálogo posible con quien dialoga con el único objetivo de vender en los medios que se dialogó, que en aquesta y aquella decisión la víctima estuvo presente. Que la víctima firmó.
Ayer fue 21 y el fin del mundo sigue siendo pragmática y eficientemente administrado. Pero suena un clarinete al fondo del bar y al fondo del bar hay un piano. Jaming con un checo que toca estupendamente y una guitarra que le pone acordes al asunto. Entonces me doy cuenta de que estoy tocando este instrumento de palabras, y que es utopía aburguesada el pensar que "la" verdad de este instrumento llegará a los oídos de la máquina liberal más sorda y deshumanizada. O más humana quizás. Hace mucho tiempo que dejé de admirar esa especie de racionalidad que nos distingue de los animales; racionalidad entendida como razón suficiente y de posibilidad para el dominio de la naturaleza y del otro desde la ilustración. Pero joder que bien suena el clarinete con el piano. Escribo para que muera la fe en la palabra, para que creer en sus palabras sea mera cuestión de fe, para que se lea entre líneas que hay que meter la máquina de escribir entre las poleas para romper la máquina, que no basta con la palabra. Improvisando con desconocidos en un bar de Praga pienso: sigue tocando sin perder el ritmo, cuerdas y martillos dentro y fuera del piano, mantén la calma.
22 de diciembre del 2012 y el mundo no ha terminado. Mañana vuelvo a, sin ser quien vino desde, a esa esa España en la que nunca he estado.
Alienación: que todo esté en otro sitio. Que los mayas hace X años, de cuyo cuántos no quiero acordarme, dijesen el mundo se acaba le da un toque determinista a lo que sea que esté pasando. Ponle una pizca de "eso de que el mundo se va a acabar es algo que se sabe desde siempre" a la gran Mierda y conseguirás que lo que está acabando ahora con el mundo huela menos, que pase desapercibido como el sabor del vodka cuando se mezcla con lima. Tu vida está predeterminada porque está alienada, porque lo que podrías hacer para cambiarla está en otro sitio pero jamás donde estás tú. Ante eso siempre cabe decir con la simpleza con la que responderían los simios si pudiesen hablar: y una polla. ¿Crisis? Y una polla. ¿Ciclos económicos incomprensibles? Y una polla ¿Trabajar más por menos? Dos pollas. ¿No te contrato porque cabe el riesgo de que te quedes embarazada? Y un coño.¿Te juro que no volveré a levantarte la mano? Dos coños ¿Sanidad y educación privadas?¿Desahucios?¿Rescates? Y una polla, y un coño: guillotina. Cuando el poder de la palabra no alcanza las condiciones materiales no cabe diálogo posible. Cómo dijo recientemente un gran ciudadano en la universidad de Oviedo: yo no negocio con terroristas. No les facilites que puedan decir más tarde: tuvisteis vuestra oportunidad porque hubo diálogo. No hay diálogo posible con quien dialoga con el único objetivo de vender en los medios que se dialogó, que en aquesta y aquella decisión la víctima estuvo presente. Que la víctima firmó.
Ayer fue 21 y el fin del mundo sigue siendo pragmática y eficientemente administrado. Pero suena un clarinete al fondo del bar y al fondo del bar hay un piano. Jaming con un checo que toca estupendamente y una guitarra que le pone acordes al asunto. Entonces me doy cuenta de que estoy tocando este instrumento de palabras, y que es utopía aburguesada el pensar que "la" verdad de este instrumento llegará a los oídos de la máquina liberal más sorda y deshumanizada. O más humana quizás. Hace mucho tiempo que dejé de admirar esa especie de racionalidad que nos distingue de los animales; racionalidad entendida como razón suficiente y de posibilidad para el dominio de la naturaleza y del otro desde la ilustración. Pero joder que bien suena el clarinete con el piano. Escribo para que muera la fe en la palabra, para que creer en sus palabras sea mera cuestión de fe, para que se lea entre líneas que hay que meter la máquina de escribir entre las poleas para romper la máquina, que no basta con la palabra. Improvisando con desconocidos en un bar de Praga pienso: sigue tocando sin perder el ritmo, cuerdas y martillos dentro y fuera del piano, mantén la calma.
22 de diciembre del 2012 y el mundo no ha terminado. Mañana vuelvo a, sin ser quien vino desde, a esa esa España en la que nunca he estado.
Finn (el humano).