miércoles, 26 de septiembre de 2012

Aventuras en Stranhov (Parte 1)


Son las nueve de la mañana de un 27 de septiembre y estoy esperando un autobús que me lleve de vuelta a la residencia desde Stranhov. Junto al estadio más grande de Europa, otro resto del típico licor soviético "Nosotrosmás", llueve pero no hay donde resguardarse; me acerco a otro autobús que está vacío, y le pregunto al conductor si me deja pasar para refugiarme de la lluvia mientras espero.  Me responde que no. Mierda. Busco el tabaco de liar y me doblo como una C para que no se moje; he perdido los filtros pero siempre llevo alguno suelto por los bolsillos, fumo, toso, creo que me estoy poniendo malo.

 Son las nueve de la noche de un 26 de septiembre y nos dirigimos a Stranhov. He conseguido contagiar mi entusiasmo a un chico mallorquín llamado Niko con el que creo que me voy a llevar de puta madre. Metro hacia Andel y bus hasta Stranhov, la tierra prometida. Una chica madrileña con la que me lié el tercer día de llegar aquí me dijo que fuese y la verdad es que la descripción tenía muy buena pinta: conciertos, ska, cerveza, mucha gente, mucha cerveza... poco más recordaba. La primera cosa que nos mosqueó es tener que bajarnos del autobús a patadas; dos personas bajando y cincuenta subiendo, ¿qué coño? no puede ser que un festival termine a las diez de la noche, pues sí, y nos tuvimos que joder deambulando entre los restos de lo que habría sido un desfase proporcional a los mitos que circulan sobre los erasmus: tres mil personas entre varios escenarios, un iglú inchable con una sala dentro, chiringuitos /ebrigüer/, y por la tonelada de basura que habían dejado calculo que cuatro veces ese peso en cerveza y un montón de europeas ebrias que ya habían encontrado un hombro sobre el cual rebajar las consecuencias de su penosa relación con la gravedad, los europeos se tumbaban directamente en el suelo. Mierda. ¿Qué cojones hemos echo estas últimas seis horas? (la respuesta es un circuito de siete pubs, una cerveza por pub, pero tómese como pregunta retórica). Nico me miró, yo miré a Nico y casi nos echamos a llorar.
 Cuando reaccionamos nos pusimos a caminar entre la mierda que la felicidad de otros había dejado, buscando quizás un grupo de españoles para hacerles la corbata y por mi parte, sobre todo, buscando a Clara, esa madrileña con la que me lié y que me mando la información que no me leí sobre el festival que nos acabábamos de perder...ole mis huebos con B. Pero entre tanta miseria teníamos que tener un poco de suerte; nos encontramos un grupo de españoles y gritamos eso que se suelen gritar los españoles que no se conocen y se encuentran to´ borrachos en un país extranjero: ¡Españoleeees! Y efectivamente, de entre los cientos de españoles que habría allí el azar quiso que uno de ellos me reconociese por haberme liado con una tal Alicia que tras cinco minutos de confusión resultó ser la Clara que andaba buscando. Epa. Me dan su número, ese que no apunté cuando me lo pasó por el FB, la llamo, me lo coge, nos encontramos. Epa otra vez.

 
Finalmente nos fuimos de fiesta al Bloque 10. En un pasillo ancho estilo soviético con puertas de metal a lo gulag, erasmus de carreras con prestigio social así como ingenierías, farmacias y cosas del palo, en su mayoría españoles, estaban organizando una fiesta con alcohol de contrabando (lo del contrabando viene por una prohibición reciente de todos las bebidas de más de veinte grados por una filtración de metanol que ha matado a unos 25 personas en este país, por lo que es relativamente complicado comprar) donde todo antes o después se acababa rompiendo. Una hora allí, muchas cervezas, algún chupito que otro y unos tres checos enfadadísimos cada veinte minutos y cada vez más violentos por el ruido ligeramente insoportable que estábamos haciendo, entonces, todo al rededor se cubrió de blanco y comenzamos a toser, a no poder respirar, y tuvimos que salir corriendo.....

KRONTINUARÁ

Hoy es 25S


Hierve la sangre también en la distancia. Llevo tres horas seguidas en el ordenador recolectando las imagenes que llegan desde Madrid. Hoy más que nunca he sentido la ausencia de un mundo llamado España y su situación, su corrupción y su frustrante cura. Lo más duro de todo es ver en los vídeos que entre el pueblo y su soberanía sólo se encuentran las marionetas azules que esgrimen una obediencia ciega al deber como si un deber ciego mereciese obediencia, como si el verdadero deber tuviese algo que ver con la obediencia, perros bastardos. Estado policial y gracias por tu voto. Me gusta hacer el ejercicio mental de apartarlos con la imaginación y contemplar a la gente junto a los leones del congreso y pisando, vencedores, las alfombras del parlamento. Quitando de la deuda española el ochenta por ciento, es decir, la deuda privada, pero yo estoy aquí en Praga, escribiendo sin luz para no despertar a mi compañero que ronca plácidamente cuando no dice cosas extrañas. Me advirtió que suele tener pesadillas, muy buena gente.

Ya que he comenzado por las frustraciones no pienso dejarlas todavía. Ayer asistí a mi primera clase: "Pursuit of Democracy and Freedom (independent political thinking in the communist Czechoslovakia)". El profesor, un chico joven al que le queda muy bien el rollito "soy profe en la uni", nos preguntó: -¿Qué pensáis que es el comunismo?- Y como esta clase pertenece a un curso especial pensado para alumnos americanos no tardó en hablar la CIA a través de uno de sus representantes, que concluyó con mucha seguridad algo así como "el comunismo es un sistema sin mucha libertad y que no funciona con la "naturaleza humana" (profundo concepto antropológico) en el cual uno no podía tener un coche porpio"...olé, y yo partiéndome la cabeza leyendo a Marx cuando todo era tan sencillo... bendita ignorancia, qué valiente hace a la gente. Qué semejante es la arrogancia de una opinión como esa al arrojo patriótico de los antidisturbios.

Pero no todo son frustraciones. Cuando estoy más relajado leo a Cortázar, jugando a su rayuela y buscando en internet las perlas de Jazz que van regalando sus páginas, entonces salgo con la gente de aquí por el centro de una ciudad más allá a la que vamos en un tranvía que creo que no hay que pagar y que pago cuando dejo de creer, y con la excusa de poder preguntar ¿de dónde eres?,¿qué estudias? o ¿dónde estás viviendo aquí, en Praga?, voy conociendo a más y más gente, y voy entrando en calor con el mundo checo y universitario junto a otra octava jarra de cerveza, volcando el vaso hasta que caen los últimos minutos de espuma, y otra vez, el tranvía, volviendo a creer. 

sábado, 22 de septiembre de 2012

Praga, un piano y una rata




 Lo que durante un año ha sido papeleo, aburrimiento y una satírica garantía de caducidad de todas mis relaciones sentimentales -ese fatídico "me voy de erasmus"- por fin se ha convertido en aquello en lo que debía convertirse: Praga. Cuando salí del avión el mundo era de un gris frío de pelotas que no conjuntaba nada bien con mis pantalones cortos. Busqué el autobus 179 hacia Vietrnik y me di cuenta de que no sabía ir a la residencia desde la parada del autobús, ahí, con mi maleta de 25 kilos, la lluvia y mi nivel de checo digno de un chimpancé de los normalitos. Tuve la suerte de encontrarme con un chico de Guatemala y con su novia checa; la chica, con uno de esos móviles que no se parecen en nada al mío, miró en el Google Maps y supo indicarme, bendita sea la tecnología de ese progreso enloquecido que tanto detesto. 

Cuando llegué a la residencia estuve buscando mi nombre en una de esas listas interminables y desordenadas con una simpática mujer que sabía tanto inglés como yo checo, y tanto español como yo Suajili. Finalmente no me encontró y se me quedó mirando sin decir nada, es decir, diciéndome en silencio: "Si no estás en esta lista no te puedo dar una llave, y no estás en esta lista". A su silencio yo le respondí con otro evidente que significaba: "Si no estoy en esa lista es su puto problema, no me pienso ir" aunque los dos supiésemos que ese era mi puto problema, mientras me imaginaba que conchas del diablo podía hacer si no me daba una llave y todo esto mientras estábamos concienzudamente callados los dos, tras renunciar a la comunicación oral tras desastrosos intentos en los que la mujer repetía de mil maneras y a mil velocidades distintas lo que trataba de explicarme, hasta que me eché a reír de lo absurda que me resultaba la situación sin saber de quién era la culpa. 
    Por fin se me ocurrió que o bien habían escrito Coronel con K o bien había alguna hoja que no habíamos visto. Cogí los papeles y descubrí que una de las listas había tres folios grapados, en el último leí "Tarancón Coronel Alberto" y deduje con gran astucia que era yo, me dio la llave. Mientras tanto una bonita checa me vio desde un pasillo nos ayudó con la traducción de lo que tuve que hacer al día siguiente y me invitó a jugar con otros checos a un juego de mesa y a chupitos de vodka. Bebiendo con un grupo de checos cuyos nombres ni siquiera intentaría recordar apareció otra chica que estudia química y me dijo que podía hacer arder mi mano sin que me quemase. De la misma manera que siguen los religiosos a sus profetas acepté sin dudar que aconteciese en mi semajante milagro (hay un vídeo de esto que puedo pasar por email).

Al día siguiente fui al centro. La ciudad es preciosa, inmaculada y vieja, desde Sarometská, donde está mi facultad, hasta la plaza del famoso reloj todo es piedra, y lo sigue siendo pasada esta, sería increíble verla sin turistas, verla sin mi. Mi residencia es como una colmena al estilo soviético con sótanos donde puedes fumar. Mi compañero de piso es un chico valenciano, muy buena gente, pero sobre el cual no voy a contar nada más porque quiere leer lo que escribo jaja y no quiero que piense que soy de esos que dicen cosas bonitas sobre los demás a sus espaldas jajaja. Ayer fue el primer día que salí a muerte. Un checo muy fumado me dijo cuando me vio que tenía un regalo para mi, entre admiración y desconfianza vi que se sacaba dos bolsitas, le di las gracias, ¡yakuie!, y el respondió: "Check White Widow" y yo me reí, creo que en checo significa "de nada" jaja... voy entendiendo lo que significa estar de erasmus mientras no paran de llegar personas de toda Europa a la residencia que hasta hoy estaba casi desierta. Una residencia que no tiene casi de nada y alguna rata que otra, pero que tiene un piano. Adoro Praga. Ahoi. 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Mis libros de humo


Un acrónimo, con c, expresa el significado de las palabras que lo componen. Un akrónimo, con k y porque no estaba inventado, es la suma de personas y experiencias que lo componen, evidentemente. 

Me voy un año a Praga y estoy orgulloso de lo que me llevo. Como hizo Don Quijote, me marcho a leer el mundo para demostrar mis libros, esos libros que durante 20 años hemos escrito entre dos parques y un cementerio, entre cafeterías y bibliotecas, entre maderos y ladrillos con huecos entre ellos, entre litros de copas y litros sin más, entre humos. Por eso escribo este blog, para todas las personas que dejo aquí llevándome a Praga su ausencia, tributo a un mundo de significados compartidos al que llamo kron donde dejaré a lo largo de este año vivencias quizás legibles.¿Qué tipo de vivencias? Quien sabe, me voy en 2 horas.