martes, 12 de febrero de 2013



Se me cae la mirada por tu espalda; se enreda con tu pelo y se columpia, y se, columpia, y se... el extremo de mis ojos en tu espalda, resbalan por tu piel como una gota de sudor que llega sin obstáculos hasta tus tobillos hasta que los reclama con violencia tu sonrisa. El cigarro de después en la terraza; no cabe otro olor aquí que no sea el nuestro, ni mío ni tuyo; entonces recorro el espacio que antes recorría mi mirada y te alcanzo, te demuestro de nuevo que no estábamos tan lejos, te rodeo y nos llevamos de nuevo a la cama donde tus sabanas abrigan desde el suelo. 
Funambulista de tiras y aflojas, de oro y cemento, de ópera y silbido, de ballet y borracheras, de beso y bofetada, de caricias traducidas en tambores y de caricias sin traducir. Te alcanzo y te pierdo para no tener que seguirte nunca. Te alcanzo y te pierdo para no tener que tenerte siempre. Te vuelves a quejar de mentira de los recuerdos de humo de mi aliento, y yo te vuelvo a 
mentir con un susurro en forma de lo siento. No tengo ganas de tener ni nada que ganar teniendo. Me marcho, y te desapareces. Me marcho, y te desaparezco. Nada que objetar cuando predicas mi querer sin sujeto. Nada que objetar pues no hay objeto.

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