miércoles, 1 de mayo de 2013

Vida y juego

Acto Primero

Figúrese la escena: Aparecen un grupo de letras disfrazadas de palabras sobre un escenario blanco -

El deporte de equipo se parece mucho al sexo, uno piensa que es eso que sale por la tele hasta que se da cuenta de que no es nada si no se establece un diálogo entre personas mientras tanto, y eso es lo que no sale en la tele: nos dan a entender que el guión está ya escrito, por eso tantísimas veces el sexo y los deportes de equipo se parecen demasiado al teatro. Amo el sexo tanto como odio cuando el deporte de equipo se parece al teatro. Amo tanto el sexo como amo que ames los guiones sin escribir. No más. No menos. Amo escribir guiones - dice un párrafo con complejo de texto.

Se retira el texto.

Acto Segundo

- Praga se quita la máscara de grises y sombras y se pone otra hecha de bonitas piernas llamada Sol -

Aparece un bufón dando volteretas y mira al público de frente. Haciendo imposibles malabares con los pies habla con el público y mantiene una sonrisa más macabra de lo que te esperabas:

- Sucedió una oscura noche que dejó de suceder y llegó la primavera para por fin dejarse ver. El cielo es más azul que en tu memoria, el azul es más azul que en tus recuerdos, saca la sonrisa del baúl antes de que se la lleve el invierno.

Una bandada de cuervos se vuelcan sobre el público tiñendo la escena de un negro que no deja ver las plumas.

Acto tercero

Caminaba Alberto por las calles de Praga pensando, como siempre, en lo mucho que se parece el sexo a los deportes de equipo. Aburrido por lo mucho que hay que esperar para cruzar un semáforo en Starometská decide pasear por el puente Namesuv desde donde se ve perfectamente el puente de Carlos. Convencido de que ese puente guarda una de las vistas más hechizadas que cruzan Praga decide disfrutar unos minutos de su nuevo aspecto deambulando distraído y mirando con cierta envida a un grupo de patos. Un chico besa a una chica. Sospechaba que ella no le había besado a él. Es increíble lo unidireccionales que son algunos besos. Pero el Sol brillaba demasiado alto como para pensar en ciertas formas de comercio. Entonces sucedió algo extraño. Un cuervo del segundo acto llegó al tercero a través de un pasadizo secreto del escenario y se posó sobre el hombro de Alberto, que pensaba en ese momento el primer acto, portando un trozo de papel con palabras que se creían poema. Decía así:

Ha llegado la primavera a Praga
infartada de encanto y deseo
jamás vi semejante embestida
de colores pintados de cantos
de fuego.

Y no elige la palabra su rima
ni elige el color abrigarme de besos,
pero se escapa de mí una felicidad entera
que le agradezco al Sol
porque no la merezco.

Ha subido el Sur al Norte
para civilizar de color grises muertos,
no se reconoce al checo con su sonrisa
ni me reconozco a mí admirando los cuerpos.

Cuerpos de mujeres que el frío, CELOSO,
y cabrón, guardaba bajo un convento de plumas,
pero se le escaparon
como agua entre las manos,
como manos entre vicios
pues ahora corren a mi encuentro.


Alberto cogió el trozo de papel de las patas del cuervo y se lo guardó en el bolsillo, pero pensando ya sobre el acto cuarto se le olvidó leerlo.

Acto cuarto

Acto quinto
- Inés y Jaime aparecen en Praga -

Primer acto quinto:

Todo ocurrió a cámara rápida, llegaron el mismo día en aviones distintos, culpa de Jaime, pero pronto estuvimos en Bartolomejska borrachos cantando canciones a  un chico de Georgia (capital Tiflis, moneda Lari) que después se convirtió oficialmente en nuestro amigo. Ya sabes, uno de esos amigos eternos de una noche. No. Espera: esto fue tres días después. La primera noche, cuando llegaron, fuimos a este mismo bar del que estaba hablando donde también estaban los mismos cerditos vietnamitas, y los mismos pianos que asomaban tres días después.

Un contrabajo y un tipo con un sombrero que parecía Alf, un pianista de Jazz que mejoraba canción tras canción, un guitarrista que nos da la espalda y un tipo sentado en cajón gitano dando la percusión, todos ellos guiados a la fuerza por el clarinetista ebrio que toca siempre en Bartolomejska. Es muy bueno pero le gusta tanto la música que se olvida de los seres humanos y eso le resta fuerza al conjunto.


Segundo acto quinto: 

A los tres nos encanta hablar con gente a la que le encanta hablar y por eso estamos juntos. Praga está preciosa llena de Sol. Han venido con abrigos, me miran como a un mentiroso. Yo les juro que no se lo que está pasando. Vivimos los cinco días más soleados en meses. Que si la fractalidad del ser, que si el lenguaje, política, crisis, que si la identidad de género, que si la historia genética, que si el sexo, que si siempre acabamos volviendo a los mismos temas, que si la fractalidad del ser. Cerveza, cánticos, chistes, risas, contemplaciones, desprecios, aprecios, roces, caricias y reencuentros. Cuatro días a cámara rápida excepto un día que amanecimos con tremenda resaca tras pasear Praga a las nueve de la mañana, y nos quedamos en la habitación tirados hablando de todo un poco y tratando de tirar una manzana por la ventana. Hemos prometido viajar,  grabar cortos geniales: bar de conceptos, despedida incómoda, guerra y maquillaje. Amistad de dos colchones para tres, hablando siempre de qué hacer más tarde, disfrutando del estar sin despedida. Se llama efecto tapadera, se entenderá mejor en el acto sexto.

Tercer acto quinto:


Hemos fumado un poquito para calmar la resaca. Seguro que se puede tirar lo que queda de la manzana por la rendija de la ventana. Es muy pequeña. Seguro que lo consigo. A Stanimir le gusta la idea, me mira como diciendo "ni de coña pero inténtalo". La verdad es que es muy pequeña. A Jaime le hace gracia la idea porque amaga todo el rato que la va a tirar. Se ríe demasiado como para poder apuntar y lo sabe, eso le hace gracia, y se ríe: demasiado como para poder apuntar. Inés también ríe, pero su risa respeta los compases de su respiración, Jaime simplemente se ahoga, igual que yo. Jaime no lo consigue, era evidente. Yo estoy dos metros más lejos que él pero

- Pásamela, pásamela.
- Pero tirala flojito, que si no explota - señala Jaime completamente rojo aprovechando un momento de claridad y volviendo a respirar poco a poco.
- Tranqui tranqui... - digo con la situación bajo control.

Me concentro, me río, apunto, lanzo -demasiado fuerte- el corazón de la manzana choca contra el marco de la ventana. Explota. Media manzana cae sobre mi ordenador. Estalla la risa dentro de nosotros. La otra mitad la hemos perdido. Mierda. Qué guarrada. No pasa nada. Inés también lo quiere intentar. Falla también, seguimos riendo.

¿Puedes reírte del fallo?
Entonces estás jugando.

Pregúntale a los niños;
pues jamás se aprende tanto.

Es el juego, el del teatro,
¿Llevar el juego a la vida?

Estar de Erasmus

***


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